Por Gabriel Sosa Plata

Las dos principales televisoras comerciales, Televisa y TV Azteca, realizan diversas modificaciones en su programación, principalmente en el área de noticias. A su vez, Cadena 3, de la familia Vázquez Raña-Aldir, saldrá al aire en los próximos días, con un énfasis, también, en sus programas informativos. ¿Estas decisiones benefician a las audiencias?

Una característica de estos cambios es que participan prácticamente los mismos periodistas y conductores que hemos visto en la pantalla desde hace años. Una especie de enroque o intercambio de figuras televisivas en cada empresa y entre empresas. El cambio más destacado es el que se hace en el noticiario nocturno, del canal 2, de Televisa, con la salida, después de 16 años de conducir dicho espacio, de Joaquín López Dóriga, y la llegada, hoy, de Denise Maerker, con un programa de sólo media hora en el horario estelar.

López Dóriga, a su vez, tendrá un espacio muy privilegiado, pese al desgaste que tuvo en su imagen por las acusaciones de la empresaria María Aramburuzabala y otros casos polémicos en los que se involucró. Luego del noticiario de Denise Maerker, López Dóriga contará con dos programas, uno de ellos de mesa de debate. Arath de la Torre tendrá un late night show, es decir, un programa de conversación y variedad nocturno, y Víctor Trujillo, “Brozo”, tendrá otro programa, que será una suerte de resumen semanal informativo. También se realizaron cambios en la barra matutina, donde la carta fuerte seguirá siendo Carlos Loret de Mola, con su propio programa, y la llegada de Paola Rojas y Danielle Dithurbide, con otros espacios informativos.

En el caso de Televisión Azteca, la novedad es la contratación del periodista Javier Risco, con un programa diario, en Canal 7. Risco es un periodista inteligente, crítico, mordaz, que ha crecido en los últimos años por su participación en espacios como W Noticias y El Financiero/Bloomberg, así como su innegable influencia entre la comunidad tuitera (en la que me incluyo, claro). También se esperan más cambios en Proyecto 40, donde los programas de noticias serán de igual manera la apuesta más fuerte.

Cadena 3, como ya se sabe, tendrá a Ciro Gómez Leyva en su espacio estelar de noticias, en la noche, mientras en deportes a Javier Alarcón, que durante 27 años se desempeñó como reportero, conductor y posteriormente director de Televisa Deportes.

Es decir, salvo Risco, se trata de las mismas caras, que han tenido que cargar, también en todos estos años, con el “prestigio” o el “desprestigio” del periodismo que se les ha impuesto en la empresa, con un ego incomprensible (el que construye la televisión sólo por aparecer en este medio, no necesariamente por otras razones) y una ausencia de autocrítica.

Ahora se presenta la gran oportunidad para estos periodistas de trabajar con mayor libertad. La pregunta es si harán o les permitirán hacer periodismo de investigación, más plural y crítico, o si estamos, como lo han especulado muchas personas, ante un cambio de conductores, de escenografía y de producción, para únicamente refrescar las imágenes en pantalla, sin alterar ni un ápice la política editorial.

El peor escenario para las audiencias que sólo tienen la opción de informarse a través de la televisión abierta (y que siguen siendo muchas en este país) es que prevalezca el mismo periodismo. Sería decepcionante porque demostraría nuevamente que los intereses particulares de las empresas mediáticas continúan siendo más poderosos que los intereses de sus audiencias, a pesar de los cambios políticos que ha vivido el país en las últimas décadas. Una apuesta así también sería una mala decisión económica. Las televisoras están obligadas a producir programas de mayor calidad si buscan conservar y aumentar las cada vez más fragmentadas audiencias en televisión abierta, la televisión de paga y los contenidos audiovisuales en internet.

Paralelamente sería benéfico tomaran con mayor seriedad la autorregulación y el respeto a los derechos de las audiencias, porque esto también fortalece su imagen y credibilidad. ¿No habría sido positivo que con el mismo empeño que se anunciaron las modificaciones a la programación, dieran a conocer lo importante que son para las televisoras las críticas, comentarios y quejas de las audiencias y que para ello facilitarían esta comunicación? ¿que crearon o que reforzarán su Comité de ética para hacer un mejor periodismo? ¿que en su intención de ofrecer mejores contenidos, tendrá un papel clave el Defensor de la Audiencia de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT), el periodista Mario Campos?

En su columna de el viernes en El Universal, la periodista Katia D’Artigues nos recuerda un dato interesante. En 1997 el rating promedio de los noticiarios nocturnos era de entre 4.7 y 4.2 puntos; hoy es de 1.6 puntos, en promedio.

Ayer, la periodista Carla Martínez, del mismo diario, recupera otros datos: el consumo de programas en televisión abierta disminuyó 18 por ciento entre 2014 y 2015, según el Cuarto Informe Trimestral 2015 del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). “En el mismo periodo –agrega- la composición de mercado por tipo de señal favoreció a la TV de paga, con un incremento de 21 por ciento; a los dispositivos como DVD’s, Blu-rays, consolas de videojuegos con un aumento de 32 por ciento, mientras que la TV abierta descendió 13 por ciento”. En cuanto a inversión publicitaria, las cosas tampoco han sido sencillas para la televisión abierta: del total de recursos destinados a los medios de comunicación, en 2015 se quedó con el 50 por ciento del pastel. Es un porcentaje aún muy elevado, pero en 2011 era del 55 por ciento y hace unos 10 años de casi el 70 por ciento.

Pese a esto, la televisión, como medio, sigue siendo, indiscutiblemente, el medio de mayor cobertura e influencia, de acuerdo con los resultados de otro estudio. La Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales, levantada por el IFT, reveló que más del 81 por ciento de las personas con televisor acostumbran ver televisión abierta y que el género más visto son, justo, los noticiarios (6 de cada 10 personas los ven), luego las telenovelas, con 47 por ciento, y las películas con 42 por ciento. También la encuesta reveló que entre los canales más vistos en los sistemas de televisión de paga se encuentran los canales de televisión abierta.

Este fenómeno televisivo se presenta mientras la mitad de los hogares en México continúa sin acceso a internet y por lo tanto sin acceso a otras fuentes de información, más allá de las tradicionales. De hecho, según esta encuesta del IFT, sólo tres de cada 10 personas acostumbran ver contenidos audiovisuales en internet, donde Youtube es la carta fuerte, con 92 por ciento de las menciones.

Los cambios en Televisa, TV Azteca y próximamente en Cadena 3 se hacen mientras en internet aumenta la distribución de contenidos audiovisuales, como la transmisión de los juegos olímpicos, que antes eran un monopolio de la televisión comercial; o con la transmisión de partidos de fútbol, como está sucediendo con el proyecto de Chivas TV. En cuanto a series y películas, no puede ignorarse el consumo cada vez mayor que tienen plataformas como Netflix, Claro Video y otros servicios similares, específicamente en las clases medias urbanas, que son las que interesan mucho a los grandes anunciantes.

Es más, hasta en las posibilidades de colocar temas en la agenda nacional, la televisión ya no es el único medio de comunicación capaz de lograrlo. Este fin de semana vivimos una vez la fuerza que puede llegar a tener internet en la difusión de trabajos periodísticos de gran impacto. El reportaje de Aristegui Noticias sobre el plagio en la tesis de licenciatura de Enrique Peña Nieto logró una repercusión social y política, que ha obligado a los medios tradicionales a retomarlo, aunque sea a partir del boletín aclaratorio de Presidencia. Por eso, para seguir siendo influyentes y mantener a flote sus negocios, los conglomerados mediáticos se extienden desde hace tiempo a internet, pero es obvio que ya no podrán tener la hegemonía en la opinión pública, como antaño, como en la era de Jacobo Zabludovsky, del monopolio del PRI y de Televisa.

vía Sin Embargo

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