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Por Marco Gonsen

Tim Berners-Lee es el padre de la World Wide Web, la cual cumple 25 años hoy.

Separados continentalmente, Steve Jobs y Tim Berners-Lee tienen en común haber nacido en 1955, con poco más de tres meses de diferencia. Quiso la casualidad que el empresario originario de San Francisco tuviera con el científico londinense otro nexo, aparentemente lejano pero esencial, en la creación de la telaraña electrónica que ha atrapado a la humanidad desde hace un cuarto de siglo.

La historia comienza en 1980 en Ginebra, Suiza, en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (conocida universalmente como CERN, siglas de Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire), a la que Berners-Lee se incorporó cuatro años después de graduarse como físico del Queen’s College de Oxford. Contratado para un breve periodo como consultor de software, durante su tiempo libre escribió un programa para su uso personal llamado Enquire, que conectaba los proyectos generados por los académicos de aquel laboratorio.

Su inspiración fue Enquire within upon everything, un libro con 160 años de antigüedad que leyó en casa de sus padres, y que él mismo describe como “un portal a un mundo de información, todo, desde cómo quitar las manchas de la ropa hasta consejos sobre cómo invertir el dinero”. Dicho con sus palabras, un punto de partida primitivo para lo que sería su principal contribución a la cibernética.

A partir de su propia recreación de Enquire, Berners-Lee imaginó un escenario en el que la información almacenada en las computadoras de todo el mundo estuviera vinculada y al alcance de quien quisiera consultarla. Una noción que abrevaba de dos teorías que individualmente nunca se concretaron en la realidad: el Memex ideado por Vannevar Bush, una máquina de almacenamiento y búsqueda rápida de documentos, y el Proyecto Xanadú, de Ted Nelson, una utopía en la que todos los archivos se ligan por medio del hipertexto (herramienta mediante la cual se hace clic en una palabra iluminada con un color distinto al del resto de un documento, para llevar al usuario a otro contenido relativo, alojado en otra página o aplicación).

Separado un tiempo del CERN, Berners-Lee volvió en 1989 para proponer un programa que trascendiera al Enquire, sin lograr convencer del todo a los jerarcas de aquella comunidad científica, a quienes dio lata aquel año y el siguiente. Y fue cuando surgió un personaje fundamental: la computadora NeXT, desarrollada por Steve Jobs en la época que estuvo fuera de Apple.

Berners-Lee descubrió que aquel aparato ajustaba a las necesidades de su proyecto.  Primero, porque contaba con una interfase gráfica de carpetas y un entonces innovador sistema para mover un cursor arrastrando el ratón hacia el punto de la pantalla en el que se quisiera hacer click, entre otras “intrigantes” características.

Una vez que le fue autorizada la compra del NeXT, Berners-Lee se puso a trabajar en su idea y en un nombre que describiera su funcionalidad. Un primer diagrama incluyó el título Information Mesh (malla de información), el cual no le gustó porque fonéticamente “mesh” podría sonar a “mess” (desorden, caos).

Una segunda opción fue Mine of Information (mina de información), pero las siglas “moi”, que en francés significan “yo”, habrían sugerido una muestra de egocentrismo de su parte, según pensó. Así, varió un poco la frase y salió The Information Mine, pero el acrónimo, TIM, como su propio nombre de pila, parecía una muestra de vanidad aún peor. Además, no era del todo precisa, porque no abarcaba la noción de algo global, sino que aludía a la simple tarea de obtener datos, y no de que éstos estuvieran libremente disponibles para todo el mundo.

Y convencido de que este último era su verdadero objetivo, al final bautizó su propuesta como World Wide Web, cuyo código puso a disposición de quien lo quisiera utilizar, en un documento publicado el 6 de agosto de 1991 en el foro alt.hypertex. El problema es que el potencial usuario poco podía hacer si carecía de una computadora NeXT, no muy popular en aquel tiempo.

Extraña paradoja, el vínculo con Jobs no se extendió a iTunes. Y es que, a unos días de cumplirse 25 años de que Berners-Lee se convirtiera en padre de la WWW, el libro en el que él mismo narra la historia aquí resumida, Weaving the Web (HarperBusiness, 1999, impreso en español por Siglo XXI con el título Tejiendo la red) no está disponible a la venta en edición digital, ni siquiera en Kindle. Metafóricamente es un hipervínculo al papel.

vía Dinero en Imagen

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