El siguiente paso, internet de nanocosas; México debe invertir en educación

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Por Aura Hernández

Sensores microscópicos están por entrar al torrente sanguíneo

 

CIUDAD DE MÉXICO.- Dentro de algunos años no parecerá imposible que los doctores inyecten en tu corriente sanguínea un aparato, que mide la millonésima parte de un milímetro, para detectar el lugar donde está tapada una artería debido al colesterol. Todo gracias a la nanotecnología y una tendencia que comienza a formarse llamada el Internet de las Nanocosas.

Los expertos del Foro Económico Mundial fueron los primeros en prever esta nueva tendencia en su reporte El Top 10 de las Tecnologías Emergentes de 2016, ya que se trata de la capacidad de crear sensores que puedan transmitir información y cuyo tamaño sea a escala nano, es
decir, una millonésima parte de un milímetro y que sólo puede ser visto gracias a un microscopio.

Además, esta tendencia sería la evolución del internet de las cosas, ya que éste surgió al dotar de la capacidad de conectarse a la red a cualquier objeto y su repercusión ha sido tal que para el año 2020 existirían más de 30 mil millones de productos con acceso a internet.

Joaquín Oseguera, profesor del departamento de Mecatrónica del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, recordó que la nanotecnología existe desde hace varios años y se ha enfocado en campos como la química, la electrónica o la medicina porque al tenerse estructuras de ese tamaño se podían alterar algunos estados físicos, de conductividad u otras posibilidades que no existían.

“Actualmente la industria se está involucrando en la fabricación de sensores en escala nano, como los llamados piezoeléctricos que tienen muchas aplicaciones en el campo de la medicina o hasta para la detección de elementos como drogas”, explicó en entrevista con Excélsior.

Oseguera indicó que hay muchas expectativas puestas en este tipo de sensores porque, haciendo uso de la infraestructura de tecnologías de información, podrían transmitir datos de manera casi
inmediata y así tomar decisiones que ayuden a una industria o hasta a una persona.

Por ejemplo, se habla de detectar señales moleculares de enfermedades en la sangre, gases venenosos en el aire o hasta rastrear contaminantes en los alimentos.

Aunque es un camino que no está exento de problemas a sortear, siendo uno de los principales la batería de estos sensores porque es un impedimento para hacerlos más pequeños, sin olvidar la ciberseguridad.

URGE PROTECCIÓN 

De acuerdo con Dmitry Bestuzhev, director del Equipo de Investigación y Análisis para Kaspersky Lab América Latina, estos sensores de tamaño nano transfieren la información utilizando una radiofrecuencia que pocas computadoras tradicionales pueden interceptar.

“Sin embargo, en plataformas como eBay se pueden comprar los dispositivos para escuchar esa radiofrecuencia”, advirtió también en entrevista.

El experto no descarta que una persona pueda interceptar la información de los nanosensores que miden o reducen el colesterol del individuo sentado a su lado en una banca y mandar nuevos datos para que deje de hacerlo o causar otro problema de salud.

Su recomendación es que, desde ahora se comiencen a diseñar protocolos para el uso de los nanosensores o, bien, en una autenticación más fuerte. Sobre todo tomando en cuenta que el negocio derivado del Internet de las Nanocosas estará entre las empresas y no tanto con el consumidor final.

¿Y MÉXICO?

Por su parte, Oseguera consideró que México podría tener una gran oportunidad de negocio tanto en la nanotecnología como en esta nueva corriente, ya que cuenta con una población grande y con capacidades tecnológicas.

El gran reto estará en contar con la gente preparada para el desarrollo de esta tecnología y en el presupuesto e inversión que se requiere.

“Debería haber una política pública orientada a satisfacer estos cambios tecnológicos que implican recursos en investigación y desarrollo, así como también cambios en los programas de estudio”, recomendó.

Esto último porque para hacer crecer a la industria de la nanotecnología se requieren laboratorios especializados, equipos de alto nivel y gente que sepa ocuparlos y, a la larga, producirlos.

De ahí que hasta ahora sean países como Estados Unidos, Japón, Suecia o Francia los que llevan la delantera en esta industria.

vía Excelsior

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