Con visión inteligente; lo más cercano a gafas biónicas

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Por: María Fernández

El ingeniero Carlos Mastrangelo diseñó unos lentes sin cristales capaces de enfocar de cerca y de lejos.

Cansado de los lentes quita y pon para ver como un lince, Carlos Mastrangelo, profesor de ingeniería eléctrica e informática de la Universidad de Utah, decidió poner solución al problema y se animó a crear unas gafas inteligentes capaces de enfocar cualquier objeto de cerca y de lejos.

La vista cansada o dificultad para ver de cerca es un defecto de manual cuando la gente envejece y a los 52 años, este ingeniero argentino comenzó a tener dificultades para leer y conducir.

“Guiñaba los ojos para ver de cerca mejor, pero el problema empeoró progresivamente hasta que terminé necesitando anteojos”, dijo Mastrangelo.

“Los lentes convencionales intercambian un problema por otro, pero nunca pueden restaurar la visión completa. Por ello, se necesitan unos anteojos de poder óptico variable que es lo que nosotros desarrollamos”, añadió.

A medida que la gente envejece, pierde gradualmente la capacidad de ajustar el cristalino (parte del ojo con forma de lente) porque éste se endurece y se debilitan los músculos del ojo.

El rango de acomodación del ojo se reduce hasta 10% con el envejecimiento y los objetos comienzan a verse borrosos, según el ingeniero.

“Las gafas inteligentes están diseñadas para corregir problemas relacionados con la acomodación y deformación del cristalino como la presbicia (vista cansada), la miopía (dificultad para ver de lejos) y la hipermetropía (trabas para ver de cerca)” pero, precisó, “no resuelven daños asociados con la transparencia del cristalino, como las cataratas o el daño en la retina, como  la visión túnel”.

El funcionamiento

Liderado por un equipo de diez ingenieros, el inventor emprendió esta aventura que, de hecho, recibió un financiamiento inicial del estado de Utah y también fue respaldado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos.

Los anteojos no tienen cristales, tienen “membranas de glicerina (silicona transparente)” que cambian la curvatura (cóncava o convexa) de los lentes. Éstos son controlados por un sensor colocado en el puente que, a través de la luz infrarroja, calcula la distancia de las gafas y el objeto y en “14 milisegundos” realizan un cambio, parecido al funcionamiento de una cámara de fotos. Además, cuentan con una batería recargable en la montura que dura al menos 24 horas.  En cuanto a la comercialización, Mastrangelo comentó que la startup SharpEyes abandera las gafas inteligentes y trabaja en diseñar un modelo más ligero y elegante” que el voluminoso actual.

“Esperamos tener unos lentes aptos para el consumidor en dos o tres años  y costarán entre 500 y mil dólares”, aseguró.

Vía: Excelsior

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