Por David Páramo

La voz dominante en la CIRT es oponerse a que el Instituto Federal de Telecomunicaciones licite nuevas concesiones de radio.

En el fondo, el problema es que algunos miembros de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión no acaban de comprender que las reglas cambiaron. Que ya no es el mundo de sus papás o, incluso, sus abuelos donde los temas no se deciden por lo bien o mal que se lleven con el funcionario en turno o por un intercambio de favores como el que marcó a esta industria durante muchas décadas.

Como se ha dicho, insistentemente, a lo largo de muchos meses, la voz dominante en la CIRT es oponerse a que el Instituto Federal de Telecomunicaciones licite nuevas concesiones de radio mediante un esquema en el que sea el mercado el que decida. La mayoría de las 500 solicitudes presentadas para concesiones de radio son de miembros de la cámara.

Como le he informado desde el año pasado, la posición oficial de los concesionarios es que se realicen estudios de mercado por parte del IFT, en los cuales se determine si hay espacio o no para nuevas estaciones, lo que circunscribiría la discusión a un tema netamente de negocios.

La autoridad considera que es mucho más eficiente que se licite el espectro que se tiene y que sean los empresarios quienes determinen libremente en cada plaza si creen que hay espacio o no para generar competencia y obtener rentabilidad, no un grupo de servidores públicos.

De entrada, se trata de un esquema mucho más claro, puesto que si hay una plaza en la que nadie oferte querrá decir que los participantes no encontraron oportunidad y, en segundo término, habrá quienes ofrezcan nuevas opciones de hacer radio.

MOLESTIA

Sin embargo, en la discusión hay otros temas que tienen muy irritados a los miembros de la CIRT, pero que no todos tienen que ver con el IFT.

De entrada, está el gran malestar que genera en el gremio la llamada espotiza que en cada campaña electoral es más grande e inútil. Los partidos políticos obligan a los concesionarios a difundir sus ridículos mensajes con afectaciones serias para los niveles de audiencia y la capacidad de vender espacios comerciales.

Sin dar realmente elementos para que los electores tomen mejores decisiones, se daña a las empresas de radio y televisión que, por si fuera poco, tienen que cargar con la molestia de sus audiencias.

Un segundo tema es que hay radiodifusores del país que, si bien no lo dicen abiertamente, están sujetos a extorsiones por parte del crimen organizado en algunas plazas. Como ellos no son las únicas víctimas de este delito, también está la caída de anunciantes que simplemente no quieren ser conocidos a través de anuncios en los medios locales.

El tercer punto de molestia tiene que ver con el refrendo de las concesiones. Antes de 2009 no se cobraba por este trámite, por lo que hay algunos radiodifusores que pagarán por primera vez, lo que les molesta no sólo desde el punto de vista del costo, sino desde la falta de comprensión en el cambio de las reglas del juego.

Entre una gran cantidad de los miembros de la CIRT hay un problema serio de comprensión sobre el nuevo entorno. Básicamente se trata de negocios familiares que en sus orígenes dependían de la relación con el gobierno, un continuo ir y venir de favores entre los gobernantes y los concesionarios.

Sin embargo, como parte de la apertura democrática del país, afortunadamente ha hecho más transparente la relación entre regulados y reguladores; sin embargo, hay quienes por su edad o por su formación no alcanzan a comprender que el México donde tenían que “portarse bien” con el gobernante en turno era la garantía de tener un negocio sin problemas.

El fortalecimiento de la democracia, así como la entrada de competidores institucionales, ha generado que las reglas de juego cambien de una manera que es mucho mejor para todos, puesto que ya no se trata de qué tan bien te llevas con el gobierno, sino también del cumplimiento de las obligaciones que dan libertad e independencia editorial.

ESPACIO

El 29 de junio, el presidente del IFT, Gabriel Contreras, y algunos comisionados asistirán a la reunión plenaria de la CIRT y ciertamente será una reunión llena de reproches.

Es necesario tener claro que la dependencia no cambiará su posición, puesto que tienen la obligación de asignar el espectro, y hacerlo de la manera más eficiente es, sin lugar a dudas, por medio de un esquema en el cual sea el mercado el que determine si hay posibilidad de hacer negocio o no.

Los demás temas poco o nada tienen que ver con la autoridad. Más bien ha llegado el momento de que muchos miembros de la CIRT comprendan que el mundo de sus ancestros ha terminado.

vía Dinero en Imagen

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