Por Ernesto Piedras
La gestación de competencia efectiva constituye el medio para alcanzar un fin muy importante: condiciones óptimas en la provisión de bienes y servicios para los consumidores finales. Para la consecución a cabalidad de este propósito, gobiernos y órganos reguladores de la competencia alrededor del mundo han diseñado y ejecutado diversos mecanismos para prevenir y eliminar la concentración de mercado que originalmente caracteriza a los mercados de infraestructuras y de economías de red.
Los diversos mercados del sector de las telecomunicaciones enfrentan dificultades para alcanzar un entorno de competencia efectiva, en razón de sus elevados costos de infraestructura, largos periodos de maduración de sus proyectos, acelerado cambio tecnológico, lentos retornos de inversión y consecuentes barreras a la entrada de competidores, entre otros.
Así entonces, las instituciones regulatorias se han centrado en el objetivo de alcanzar un entorno en el que opere un número suficiente de empresas proveedoras de servicios, sobre la base de incentivos a la innovación, cobertura, precios óptimos y consecuente adopción universal a los servicios. Esas instituciones y su corpus legal enfocan su esfuerzo al diseño de mecanismos para lograr este propósito.
En un contexto de concentración de mercado, el (re)medio para lograr la referida reconfiguración del mercado ha sido la implementación de medidas asimétricas aplicables a éstos. En algunos países, estos mecanismos regulatorios se impusieron de manera anticipada o al liberalizar el monopolio público o privado y el efecto es que a la fecha han rebalanceando los mercados con sus consecuentes efectos positivos para la población.
Algunos ejemplos son los casos de EU y Suecia, quienes se caracterizan por sus altos niveles de competencia, al registrar un Índice de Herfindahl-Hirschman (IHH) por debajo de los 2,500 puntos. Este entorno se ha traducido en precios accesibles, óptima calidad y máxima adopción de los servicios. Por ejemplo, las telecomunicaciones móviles en los Estados Unidos alcanzan una penetración de 117% entre la población, mientras que 74% de sus hogares cuentan contaban con conexión de banda ancha fija al finalizar 2015. En Suecia, existen 1.5 celulares por cada habitante y una penetración a internet en hogares que se aproxima a 100 por ciento.
En contraste, países latinoamericanos como Ecuador, Perú y México, no han alcanzado condiciones semejantes. La lenta y limitada aplicación de mecanismos de regulación asimétrica han resultado en la preservación de un ambiente de escasa competencia. ¿Sus efectos? Elevada concentración en los segmentos de telecomunicaciones móviles y de banda ancha fija, en términos del IHH de suscriptores.
Específicamente en el caso mexicano, recientemente se registra una continua baja de precios atribuible al impulso competitivo del nuevo jugador en el mercado móvil, AT&T, apoyado por el avance tecnológico. A su vez, medidas regulatorias como, por ejemplo, tarifas de interconexión asimétricas o cero, tienen aún pendiente rendir más efectos; más aún cuando se introducen tarifas para el preponderante que prácticamente eliminan los efectos de compensación de mercado gestados en el espíritu de la reforma de las telecomunicaciones.
Es hoy día un buen momento para que se ponga la atención en la promoción de competencia efectiva como una estrategia de mediano y largo plazos, no en privilegiar una reducción de precios casi artificial para el corto plazo.
vía El Economista