Por José F. Otero
Es impresionante el crecimiento de las alternativas digitales y mediáticas para conocer los resultados deportivos de los Olímpicos 2016
Los resultados de los Juegos Olímpicos se han presentado de mayor o menor forma como uno de los principales temas de conversación de los últimos días. Independientemente de la predilección en disciplinas deportivas o la mirada furtiva para observar el desempeño de los atletas más mediáticos, lo que pasará desapercibido es el increíble crecimiento de alternativas para conocer los resultados de estos Juegos.
Desde el inicio de los Juegos Olímpicos modernos en el 1896, las redes de telecomunicaciones han cumplido un rol vital en la diseminación de los resultados. Claro que las diferencias son enormes cuando comparamos servicios audiovisuales desde un celular a breves reportes transmitidos por medio de telégrafo en las postrimerías del siglo XIX. Reportes que tenían que esperar su turno para ser integrados en la prensa escrita de cada localidad.
Los juegos continuaron su curso, la cantidad de países fue incrementando y en algunas disciplinas como el futbol las reglas iniciales que vieron coronarse como primer campeón olímpico de las Américas a Canadá fueron cambiadas para convertir este torneo, aunque sea por unas pocas ediciones, en el campeonato mundial de futbol. Avances tecnológicos fueron acompañando la expansión de los juegos, dando paso en unas pocas décadas al desecho de las redes de telégrafo para acariciar la posibilidad de reportes telefónicos y narraciones radiales. Las transmisiones radiales de algunos eventos jugada a jugada sirvieron para llevar la emoción a múltiples localidades y hacer propio actividades que se veían tan lejanas en el escueto resumen que aparecía en una hoja de papel. El crecimiento en la adopción de la radio, le llegada de la televisión y eventualmente las transmisiones en vivo a grandes distancias gracias al arribo de la tecnología satelital continuó masificando la importancia de unas competencias que para muchos pequeños países destilaban ese patriotismo y orgullo que a veces era prohibido localmente.
El crecimiento de las Olimpiadas en el número de espectadores, cobertura periodística y transmisiones en vivo tuvo como consecuencia no buscada el crear un increíble escaparate donde las tensiones políticas eran revividas para ser canalizadas de forma positiva y, desgraciadamente en 1972, con un saldo imperdonable de sangre. Un par de boicots tan absurdos como inentendibles dieron paso a Olimpiadas en las que la tecnología comienza a ser parte integral del evento.
La proliferación de redes celulares, la masificación del Internet y la explosión de nuevas formas de compartir y crear contenidos lograron que los Juegos Olímpicos se volvieran algo muy cercano. Aprendimos a conocer la historia de protagonistas de nuevos y viejos países. Entendimos que el simple hecho de poder representar a un país y clasificar a las Olimpiadas colocaba a cada uno de los atletas en un grupo selecto de personas capaces de superar en su disciplina a los miles de millones de seres humanos que nunca competiremos en estos Juegos.
Todo lo anterior se fue dando de forma natural, con países utilizando los Juegos para destacar sus avances en infraestructura. Los Juegos Olímpicos (al igual que el Mundial de Futbol) son megaeventos que tienen como función promover el país como centro de inversión, estabilidad e innovación tecnológica. Es por tal razón que en el 2001 al Mundial de Corea y Japón se le conoció como el Mundial 3G con el enfrentamiento entre UMTS (Japón) y CDMA EV-DO (Corea), mejor conocidas como 3G.
Brasil ya para el 2013 exigía a los operadores tener cobertura LTE en todas las ciudades sede de partidos de la Copa Confederaciones, requisitos que obviamente se fueron expandiendo para el Mundial del 2014 y que para estas Olimpiadas ya cubren a más de 50% de la población de ese país. A futuro tanto para el Mundial del 2018 como para los Juegos Olímpicos del 2020, los países sede han prometido lanzamientos de 5G.
vía El Economista