Por Alberto Aguirre M.
De lo analógico a lo digital, de los servicios de voz a los servicios de datos y a la convergencia de industrias enteras de redes y servicios. En las últimas tres décadas, gracias a los servicios de telefonía móviles, ha ocurrido la migración tecnológica más grande de la historia. Paradójicamente, esta cuarta revolución industrial aún mantiene a dos tercios de la población mundial sin acceso a Internet.
De acuerdo con el Centro de Estudios de Telecomunicaciones de América Latina, México es uno de los países que menos crecimiento muestra en acceso a Internet. Y es que países como Brasil, Chile, Argentina, Colombia y Uruguay nos sobrepasan en hogares con acceso a internet. Mientras esos países registraban promedios por encima de 50%, México sólo tenía 34 por ciento. Esto no sólo representa un riesgo para el desarrollo del país, sino un riesgo de exclusión social de un modelo que está determinando todos nuestros medios de producción, económicos, sociales, educativos y más. Es necesario que se atienda inmediatamente este problema de exclusión.
En vísperas de una nueva era —la del Internet de las Cosas, la inteligencia artificial, el big data y la virtualización— en México es poco perceptible el poder transformador de reforma en telecomunicaciones para el aparato productivo, los hogares y los ciudadanos de a pie.
Esa reforma peñista no sólo buscaría atraer inversionistas, sino tener impactos de carácter social. Su implementación, hace dos años, ha permitido la entrada de nuevos jugadores y la disminución de precios, pero aún no se traduce en beneficios tangibles para aquellos que aún tienen la oportunidad de pertenecer a este nuevo modelo de desarrollo.
Con acceso limitado a Internet, México también registra tasas bajas de conectividad a través de banda ancha: por debajo de 40% de la población. En este terreno, la banda ancha móvil superó desde hace tres años la utilización de la banda ancha fija. Y desde el 2015, el uso de los datos, sobre todo en redes móviles, supera la transmisión de voz. Las tecnologías 4G apenas superan a 10% de los usuarios de telefonía celular.
El despliegue de las tecnologías celulares de cuarta generación en la banda 700 MHz —aprovechando dos bloques del espectro radioeléctrico recuperados después del apagón analógico— lleva casi dos años de retraso. Programada para entrar en funcionamiento a más tardar en el primer trimestre del 2018, la red compartida ofrecerá servicios al mayoreo a concesionarios y permisionarios, además de MNVO. Una inversión superior a 8,000 millones de dólares, que incluye además del pago de la contraprestación por un plazo de 20 años, un título de concesión que expida el IFT, será por 30 años. Ambos casos, con posibilidad de prórroga. La interoperabilidad será uno de los primeros asuntos que deberán resolverse, tras de la asignación de la red compartida. Los tres operadores existentes ya ofrecen cobertura a 85% de la población y la nueva red debería atacar a 15% del mercado restante.
Del calderonismo datan los primeros intentos por instaurar la ahora denominada red compartida mayorista que finalmente quedó incorporada al texto constitucional, por cortesía del Pacto por México. Y que después de un oneroso retraso, se ha empalmado a la licitación de la Banda 2.5 Mhz. ¿Una especulación de las frecuencias del espectro radioeléctrico, en ciernes?
La semana pasada, durante un debate sobre la red compartida convocado por la Academia Mexicana de Ingenieros, el presidente del Instituto del Derecho de las Telecomunicaciones, Gerardo Soria, aludió a una nota aparecida el pasado 27 de julio en este rotativo. “Un artículo de El Economista, de esos que se ve que vienen bien ‘aceitados’ desde la SCT, decía que licitaría primero la banda 2.5 MHz antes que la Red Compartida porque la Constitución así lo estipula”, imputó el especialista. “Espero que salga la 2.5 y no nos la secuestren para que los socios de la Red Compartida tengan clientes”.
Ese material periodístico, bajo la firma de Nicolás Lucas, incluye una infografía sobre China Telecom, que estaría entre los postores en la licitación. “Nos están tanteando, a ver cómo reaccionamos”, observó Soria Gutiérrez, quien advirtió sobre la violación flagrante al artículo 18 de la Ley de Vías Generales de Comunicación esa intentona. “Honestamente, esta red compartida la terminaremos pagando todos. Los grandes genios que la idearon se van a ir a su casa porque para entonces el Peje estará en Los Pinos, Martí Batres en el Ifetel, (Donald) Trump en la Casa Blanca y ya mejor vámonos por unos tragos”, criticó.
Ironías aparte, desde la perspectiva de los proveedores y los usuarios, cada vez resulta más evidente que las tecnologías de acceso, como las 3G y 4G son convergentes y claramente complementarias del wifi. Y que en la visión de ofrecer servicios de conectividad es posible permitir acceso a clientes cuyos dispositivos no cuenten con tarjeta SIM, ya sean tablets o lap tops.
¿Los MNVO y las telcos tienen la última palabra? El nuevo presidente de la Asociación de Telecomunicaciones Independiente de México, José Guadalupe Zuno, ha emplazado a las autoridades federales para desarrollar una red eficiente de interconexión suburbana y rural para dotar de los servicios de televisión restringida y de transmisión de datos a los mexicanos establecidos en las regiones más aisladas del país. En ese terreno, resolver los temas relacionados con los derechos de vía depende del órgano regulador, ni más ni menos.
vía El Economista