Por Gerardo Flores Ramírez
La banda de frecuencias que se ubica en el segmento que va de los 2,500 MHz a los 2,690 MHz, comúnmente referida como la banda de 2.5 GHz, es una banda que originalmente fue destinada en México al servicio de televisión o audio restringidos por microondas. El vertiginoso y caprichoso avance tecnológico hizo que a los pocos años de esta decisión, un número importante de países empezara a reconsiderar su uso y concluyeran que se trataba de una banda mucho más apropiada para proveer servicios de banda ancha inalámbrica. Ese cambio de uso de inmediato le asignaba un mucho mayor valor intrínseco a esta banda, pues el volumen de negocios que puede realizarse a partir de la misma cantidad de espectro que se utilizaba para televisión de paga, es mucho más elevado.
Los titulares de las concesiones para explotar esta banda en México, identificaron en su momento la tendencia o el destino que tendría la misma, por lo que apostaron a mantener esta bajo su control para otro uso, aún cuando no la explotaban para el servicio que originalmente se les concesionó, lo que les representaba un efecto de riqueza extraordinario, sin compartir nada de este efecto con el erario federal, faltaba más. Por ello, al inicio de la actual administración, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) promovió un acuerdo con esos concesionarios, que se resistían legalmente a un rescate de esa banda a favor del Estado anunciado al término de la anterior administración. Como resultado de ese acuerdo, esos concesionarios aceptaron en el 2013 mantener sólo 60 MHz y liberar los otros 130 MHz.
En virtud de ese anuncio, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) determinó en diciembre del 2014 que esos 130 MHz recuperados serían licitados entre finales entre el segundo y tercer trimestre de este año. En el Programa Anual de Uso y Aprovechamiento de Bandas de Frecuencias 2016 que publicó en el Diario Oficial de la Federación el 21 de enero del 2016, el mismo IFT estableció que el fallo de esta licitación se daría a conocer en el segundo semestre del 2016. Este proceso de decisiones hace suponer que la autoridad reguladora ya tenía muy avanzado el diseño de la licitación correspondiente, de otra forma resulta inexplicable que se hubiere auto impuesto plazos tan estrechos.
Desafortunadamente, el pleno del IFT aprobó hace una semana aplazar esta licitación para iniciar en el 2017 y concluir en el 2018. Entre otros argumentos difundidos por comisionados del IFT están los siguientes: a) permitir que el ganador de la red compartida pueda participar en esta licitación; b) que el proceso se realice en las mejores condiciones de máxima concurrencia y competencia; c) que el IFT no ha decidido cómo licitar esta banda, quiénes pueden participar, cuáles van a ser los topes para participar y la configuración de los bloques.
Nuevamente lamento disentir de las decisiones del IFT y las razones de ellas. No existe precedente a nivel internacional de un proceso de licitación de espectro que se postergue para permitir que el que resulte ganador de un proceso distinto pueda participar en el primero. La decisión pareciera tener más el propósito de darle un incentivo a los interesados en la red compartida para que sí participen en esa licitación, lo cual habla más bien de administrar la máxima concurrencia y competencia, no de promoverla.
Argumentar que las decisiones centrales para la instrumentación de la licitación no han sido adoptadas no habla bien del IFT, que a estas alturas ya debería tenerlas resueltas, pues se había propuesto terminar la licitación en el segundo semestre del 2016. En fin, ningún argumento convence, por ello decepciona la decisión del IFT, que alarga la tragedia de la banda de 2.5 GHz.
*El autor es senador de la República.
vía El Economista