Por José F. Otero
Los primeros pasos de la telesalud se pueden observar en las Américas durante 1925. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), desde el Hospital de Maynard Columbus se envió un telegrama para solicitar antitoxina para combatir la epidemia de difteria que afectaba a la comunidad. La información fue solicitada por el mismo medio a Alaska, transformándose así en la primera experiencia de coordinación exitosa donde se mezcla la tecnología moderna con medios antiguos.
El avance de la telesalud también tuvo su correlación en América Latina. De acuerdo con la Cepal, las primeras experiencias en la región datan de fines de la década de los 60 del siglo pasado. Aunque fue durante la última década del siglo XX y la primera del XXI cuando se observa una mayor proliferación de distintos programas e innovaciones relacionadas con la telesalud en la región.
Las iniciativas de telesalud en América Latina abarcan distintos sectores de la sociedad y aspectos disímiles del sector. Este escenario es positivo pensando en el futuro; sin embargo, debe ser acompañado en el día a día, no sólo a partir de las iniciativas del Estado, sino también es importante que el sector público despliegue regulaciones destinadas a potenciar también al sector privado, incluso con incentivos que permitan el trabajo conjunto. También cobran importancia las participaciones de sectores autárquicos del Estado, como pueden ser las universidades.
Es importante tomar en cuenta que, en términos generales, las políticas públicas de telesalud están destinadas a la atención temprana. En tanto que muchas iniciativas privadas tienen por finalidad el control preventivo y el monitoreo de enfermedades crónicas. Otro de los puntos a considerar en la región es el trabajo conjunto entre las distintas áreas de los poderes ejecutivos de cada país. Es decir, la colaboración entre los sectores de salud y de las TIC, así como la implementación de políticas que busquen objetivos comunes. Práctica esencial para que los proyectos de telesalud tengan éxito.
El despliegue de redes de telecomunicaciones es también fundamental al momento de pensar un proyecto integral de telesalud. En particular para América Latina, donde estas iniciativas permiten el acceso a zonas rurales, que suelen ser las que presentan una mayor necesidad de ser atendidas. Bajo este razonamiento, las redes de banda ancha inalámbrica cobran una mayor importancia, en particular desde la implementación de la banda ancha móvil.
Además, las redes de banda ancha móvil no sólo son importantes para dar conectividad a zonas alejadas de las redes cableadas; conforman también una oportunidad para incentivar el crecimiento de las iniciativas basadas en aplicaciones de control y prevención de enfermedades. En especial porque al contar con un ecosistema de banda ancha móvil saludable, los mercados potencian el crecimiento de este tipo de iniciativas.
En ese sentido, es importante que los estados creen condiciones para potenciar la adopción de nuevas tecnologías de banda ancha inalámbrica, no sólo desde el punto de vista de la disponibilidad de espectro, sino también desde facilitar el despliegue de redes y la masificación de dispositivos que posibiliten un mayor acceso a la población. Es importante también que los gobiernos busquen aumentar la participación de los jugadores del sector TIC en sus iniciativas de telesalud, no sólo por medio de conectividad, sino también por medio de la creación —o promoción— de aplicaciones y contenidos para esos fines.
En síntesis, la oportunidad de crecimiento de la telesalud en América Latina no sólo dependerá de la posibilidad de trabajo conjunto de las áreas TIC y de salud de los estados, sino también por medio del aporte de iniciativas privadas y la incorporación de mejores servicios de telecomunicaciones, en particular inalámbricos, que posibiliten masificar el alcance de estos programas.
*Director para América Latina y el Caribe de 5G Americas
vía El Economista