Por Andrea Lo
El maglev (tren de levitación magnética) se convirtió en el más rápido del mundo al viajar a 603 kilómetros por hora el año pasado y se espera sea inaugurado en 2027.
Cuando el tren de alta velocidad Shinkansen, con varios récords en su haber, se inauguró en 1964, lo hizo en el momento justo.
Ese año, Tokio organizó los Juegos Olímpicos y Japón acaparaba los reflectores para el debut del primer tren bala para servicio comercial del mundo.
En 2020, la capital japonesa volverá a ser sede de los Juegos y si se tiene la sensación de déja vù es porque la nación asiática está otra vez aplastando los récords ferroviarios.
El nuevo tren japonés, el maglev (tren de levitación magnética), se convirtió en el tren más rápido del mundo al viajar a 374 millas por hora (603 kilómetros por hora) en una prueba cerca del Monte Fuji el año pasado, rompiendo su propio récord mundial de 366 millas por hora (590 kilómetros por hora), logrado una semana antes.
Los trenes maglev -que ya operan a velocidades más bajas en Shanghai y Changsha, en China, así como en Incheon, Corea del Sur- utilizan la repulsión magnética tanto para hacer levitar el tren, lo que reduce la fricción, como para impulsarlo hacia el frente.
Se trata, tal vez, de la más atrevida innovación ferroviaria de Japón hasta ahora.
Gran distancia en menor tiempo
La línea Chuo Shinkasen del maglev permitirá viajar de Tokio a la ciudad sureña de Nagoya en 40 minutos -prácticamente más rápido que en avión, considerando el tiempo necesario para llegar al aeropuerto. Hay planes para extenderlo posteriormente hasta Osaka.
El tren tendrá capacidad para llevar a 1,000 pasajeros en la ruta de 159 millas (256 kilómetros).
Tomoaki Seki, un administrador de la Compañía de Trenes del Centro de Japón, que se encuentra desarrollando la línea del maglev, dijo que la compañía ha probado esta tecnología desde 1997.
Para cuando se inaugure en 2027, el servicio llevará 30 años de refinamiento.
¿Pero por qué toma tanto tiempo desarrollarlo?
Durante un recorrido de prueba, en 1997, ya había alcanzado una velocidad de 342 millas por hora (550 kilómetros por hora), pero la compañía dice que necesitaba realizar más pruebas para que esta tecnología cumpliera con los estándares de seguridad necesarios y que fuera un servicio rentable.
“Estamos refinando nuestra tecnología y verificando las formas para reducir los costos de operación, mantenimiento y construcción”, dijo Seki.
“Hay gente que quería tener el maglev en operación tan pronto como fuera posible, pero su construcción toma tiempo”.
El lanzamiento del tren bala para los Juegos Olímpicos de 1964 fue observado por todo el mundo.
Francia siguió rápidamente los pasos de Japón con la puesta en marcha del Train à Grande Vitesse (TGV) en la década de los 70, el cual marcó récords de velocidad en 2007.
El Intercity-Express, que comenzó a funcionar en Alemania en 1985, sigue operando entre las principales ciudades del país; los suyos están entre los trenes de alta velocidad más rápidos del mundo.
Por eso, para Japón, la necesidad de revivir su fama de pionero en cuanto a los trenes es crucial.
Además, la puesta en marcha del maglev podría tener también consecuencias económicas. Japón espera vender la tecnología a Estados Unidos, según Seki.
“El primer ministro Shinzo Abe es un gran fanático de este proyecto. Él ha propuesto una ruta entre Boston y Nueva York, (a una velocidad) equivalente al de la ruta Tokio-Nagoya”.
Pero así como en la velocidad, Japón tiene una reputación internacional implacable en cuanto a la seguridad.
Los trenes de alta velocidad del país tienen un récord de cero accidentes que involucren lesiones graves o la muerte en casi seis décadas.
A profundidad
“Construir el Chuo Shinkansen tomará mucho tiempo, tenemos que cavar muchos túneles”, explicó Seki.
En lugar de construir a través del terreno montañoso del país, la mayor parte de las vías del maglev irán por debajo de la tierra.
Una ley japonesa aprobada en 2001 evita que los desarrolladores de espacios públicos que construyan por debajo de los 40 metros de profundidad tengan que comprar la tierra bajo la cual están trabajando.
vía Expansión