Por: Nicolás Lucas
AT&T cumple hoy dos años de haber anunciado la compra de Nextel por 1,875 mdd, el 26 de enero de 2015, cuando el movimiento de inversiones y personas entre EU y México prometía una mayor apertura entre ambos países.
AT&T cumple hoy dos años de haber anunciado la compra de Nextel por 1,875 millones de dólares, el 26 de enero del 2015, cuando el movimiento de inversiones y personas entre Estados Unidos y México prometía una mayor apertura entre ambos países.
A la vuelta de dos años, el nuevo gobierno en la Casa Blanca amaga con un gravamen de 20% a todas las importaciones que realicen los estadounidenses desde México para financiar un muro que selle la frontera común.
Es este el panorama que mira una empresa de aquel país que tiene comprometida una inversión de 3,000 millones de dólares, adicionales a lo dirigido en la compra de Nextel-Iusacell-Unefon, en reconvertir marcas, abrir nuevos puntos de venta y en crear redes de nueva generación para las comunicaciones móviles.
Este 26 de enero de 2017, la nueva administración federal norteamericana “abre el camino del agravio”, con la intención de obligar a su vecino a financiar la construcción de un muro fronterizo. Es una acción de gobierno, pero que salpica a la imagen de las empresas estadounidenses en México, aunque es improbable que una empresa como AT&T se vea afectada cerca en el tiempo por las acciones de Donald Trump.
“Hay que ver si las medidas anunciadas implican algún efecto sobre los servicios de telecomunicaciones. Y en particular, si hay algún cambio en las políticas de interconexión por parte de la FCC —regulador en EU—, lo que no es directo y en el fondo poco plausible. Más allá de eso, las telecomunicaciones cruzadas entre ambas naciones seguirán y tienen la certeza de cruzar cualquier muro”, dice Gustavo Fontanals, especialista del sector avecindado en Estados Unidos.
El escenario para las marcas del sector es impreciso con las nuevas políticas del gobierno central de Estados Unidos, platica Claudia Benassini, investigadora en la Universidad La Salle: “Me da la impresión de que quieren convencer de que no habrá problema, cuando ni ellos mismos lo saben”, dice.
El 30 de abril del 2015, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) avaló la compraventa de Nextel por AT&T. Desde entonces, la compañía apuró la reconversión de la marca y la de Iusacell en la suya propia y 55 días después de este hecho, anunció una inversión escalonada de 3,000 millones de dólares para apuntalar su red 4G LTE en el país con miras a hacer una realidad su prometida área integrada de Norteamérica que deberá llevar una misma cobertura a 400 millones de personas en el año 2018.
Al cierre del 31 de diciembre del 2016, la cobertura 4G LTE de AT&T rebasaba los 78 millones de personas en México.
En su primer año con Nextel, AT&T también contribuyó a presionar a la baja los precios y a mejorar la capacidad de los servicios; propició que Telcel redoblara en julio sus inversiones en 4G, alcanzó en diciembre del 2015 a Movistar en cobertura LTE e intercambió con ésta sus señales en la banda de PCS y en el primer tramo del 2016 se hizo con 20 Megahertz de más frecuencias en la banda de 1.7 y 2.1 GHz.
Gracias a Nextel y Unefon-Iusacell, AT&T cerró el 2016 con 12 millones de clientes en México, 3.3 millones sumó en todo 2016 y sólo en el último tramo del año se hizo con 1.3 millones de usuarios netos.
“ATT es una empresa global y México no modificará la legislación para estrechar las inversiones extranjeras. Ni tampoco podría aplicar lo que Trump ha hecho con las automotrices. Aquí se prestan servicios y la mayor parte de las ganancias se van al país de origen. No veo que el mercado de servicios en telecom sufra algún cambio radical”, expone Gabriel Sosa Plata, académico en la UAM Xochimilco.
Por ahora no se advierte que el gobierno de Donald Trump planee estrategias contra México que repercutan en el sector de las telecomunicaciones y por consiguiente a AT&T, pero hay que esperar, plantea Agustín Ramírez, experto del despacho Ouraboros para esta industria.
“Es un gobierno que centra sus decisiones en retener o regresar a su país las industrias ligadas a proceso de manufactura, pero no en la prestación de servicios, en donde quiere expandir, o al menos, mantener su alcance. No se opone, como no lo hizo con Wal-Mart a que tuviera más inversión en México, porque vende productos y servicios y lo mismo hará con las industrias como las telecomunicaciones”.
Vía: El Economista