Por Sebastián Pérez
Uno de los grandes misterios que el ser humano ha querido revelar desde tiempos inmemoriales es el origen de la vida en nuestro planeta. Antiguas civilizaciones explicaban este suceso mediante la intervención divina, creando todo un cosmos de seres cuyo poder sobrepasaba la explicación humana de la época.
Después, con la evolución de la ciencia y del conocimiento humano, fueron surgiendo distintos pensadores y científicos que dieron sus propias ideas acerca de la creación de la vida. Así, surgieron teorías como la generación espontánea, la evolución, el caldo primario y la panspermia.
La teoría de la panspermia es una de las ideas que coexisten con la teoría de la evolución, como posibles explicaciones al origen de la vida en la Tierra, siendo la segunda la más aceptada por la comunidad científica.
En la teoría de la panspermia se asegura que la vida proviene del espacio exterior, llegando gracias al impacto de meteoritos, los cuales traían consigo bacterias u otros componentes físicos que hicieron posible el nacimiento de formas de vida terrestres.
Durante años, esta teoría ha sido discutida y descartada por los científicos, ya que hasta el momento no contaba con pruebas concluyentes de sus hipótesis. Pero al parecer, esto podría cambiar muy pronto.
Un equipo de investigación de la Universidad de Tübigen, Alemania, ha demostrado que una cantidad significativa de agua y carbono de la Tierra proviene del espacio exterior.
La investigación, publicada en la revista Nature GeoScience, asegura que los meteoritos provenientes de rincones alejados del sistema solar son los responsables de suministrar grandes cantidades de agua, carbono y otras sustancias volátiles a la Tierra. El estudio explica que esto provocó que nuestro planeta tuviera la capacidad biológica de albergar vida.
La Dra. María Isabel Varas-Reus, el Dr. Stephan König y el profesor Ronny Schönberg del equipo de Geoquimica de Isótopos de la Universidad de Tübigen, son los investigadores que lideran esta investigación, junto con el Dr. Jean-Pierre Lorand de la Universidad de Nantes.
Los científicos utilizaron un método que consiste en medir los isótopos de selenio en las rocas del manto terrestre. Descubrieron que las firmas de isótopos son idénticas en estas rocas y en muestras extraídas de varios tipos de meteoritos, lo mismo sucede con el agua y otros elementos cruciales para la vida.
La Dra. María Isabel Varas- Reus explicó para la revista científica de la Universidad de Tübigen que el selenio no debería estar presente en el manto de la Tierra:
«Se siente atraído por el hierro, es por eso que en la historia temprana de nuestro planeta descendió al núcleo rico en hierro».
Varas-Reus afirma que el selenio no se encontraba en la capa externa de la Tierra, ya que los residuos anteriores se borraron por completo. Esto significa que el selenio encontrado en el manto actualmente debe haberse agregado después de la formación del núcleo de nuestro planeta, hace 4.5 mil millones de años aproximadamente.
De acuerdo con la Dra. Varas-Reus ya se tenía la idea de que los meteoritos aportaron sustancias al manto de la Tierra, pero que estos provenían del Sistema Solar Interior. No obstante, los investigadores se sorprendieron al comprobar que se trató realmente de meteoritos del Sistema Solar Exterior, es decir, más allá del cinturón de asteroides, cerca de los planetas Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Los investigadores afirmaron para la revista científica de Tübigen que se pudo identificar que, aparte del selenio, estos meteoritos trajeron consigo agua.
« De acuerdo con nuestros cálculos, el 60% del agua que hay en la Tierra proviene de esa fuente (los meteoritos). Es la única forma en la que los océanos podrían formarse, lo que creó las condiciones necesarias para que la vida en la Tierra se desarrollara a como la conocemos».
Vía VIX