Por Sebastián Pérez
La miopía es una de las enfermedades de la vista más comunes. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, poco más de 153 millones de personas sufren de este padecimiento en todo el mundo, y se espera que esta cifra aumente hasta cubrir a la mitad de la población en el 2050.
Estos índices son alarmantes, al grado de que existen las evidencias suficientes para catalogar a la miopía como una epidemia, la cual hasta el momento no hemos podido controlar.
Afortunadamente, la ciencia médica ha trabajado sin descanso para tratar de corregir este padecimiento visual. Una de las soluciones que ha encontrado es someter al paciente a un novedoso tratamiento conocido como ortoqueratología.
¿Qué es la ortoqueratología y cómo funciona?
Afortunadamente, la ciencia médica ha trabajado sin descanso para tratar de corregir este padecimiento visual. Una de las soluciones que ha encontrado es someter al paciente a un novedoso tratamiento conocido como ortoqueratología.
¿Qué es la ortoqueratología y cómo funciona?
De acuerdo con la Academia Americana de Oftalmología, la ortoqueratología es el uso de lentes de contacto diseñados y adaptados para corregir de manera temporal a la córnea, con el objetivo de mejorar la vista.
Es conocida también como la “ortodoncia para los ojos”, ya que si bien provoca una notable mejoría en la visión, ésta se reduce con el paso del tiempo, a menos que la persona siga utilizando los lentes de contacto.
La también llamada ortho-k es una alternativa más para la corrección de los errores de refracción, en los que destaca la miopía y el astigmatismo. El tratamiento consiste en una intervención no quirúrgica para que las personas puedan dejar los anteojos.
Por lo regular, se recomienda que los niños sean quienes reciban este tipo de tratamiento, pero también los adultos jóvenes, con máximo 20 años, pueden ser candidatos.
Para diseñar el lente de contacto adecuado para el ojo de cada paciente, el oftalmólogo deberá realizar un mapeo para medir con exactitud la superficie de la córnea, utilizando un topógrafo corneal.
Este aparato emplea una luz especial y la refleja en la superficie del ojo, sin tocarlo para no ocasionar dolor. Con este mapa, el doctor tendrá una certeza acerca de las curvas, formas y relieves de la córnea. Una vez que cuente con las medidas necesarias, diseñará el lente de contacto.
El lente aplana el centro de la córnea, modificando de esta manera la forma en cómo se refleja la luz que entra al ojo. Cabe señalar que la córnea es una ventana traslucida, con una forma parecida a una cúpula, la cual se dedica a enfocar la luz de la retina y contribuye a que el ojo pueda enfocar los objetos, por lo que es muy flexible.
Los lentes son utilizados por las noches para que puedan aplanar mejor a la córnea y hay que retirarlos durante el día. Son muy resistentes y permiten el paso de oxígeno, para que el ojo se mantenga en buenas condiciones.
Los expertos de la Academia Americana de Oftalmología aclaran que el beneficio no es perpetuo. Si dejas de usar los lentes de contacto de ortoqueratología (por lo regular el tratamiento dura dos semanas) en poco tiempo tu vista volverá a presentar errores de refracción; pero si continuas con el tratamiento durante más tiempo, esto no sucederá.
Es importante señalar que el uso de estos lentes de contacto está relacionado con un aumento de infección microbiana, por lo que siempre debe de ser monitoreado por un oftalmólogo, además de mantener una buena higiene.
Vía VIX