Por Jan Martínez Ahrens
La batalla de las telecomunicaciones ya ha comenzado en México. El proyecto estrella del sector, Red Compartida, diseñado para abrir el mercado a la competencia y mejorar los precios, es el escenario del primer gran encontronazo. La eliminación de uno de los contendientes durante el concurso de adjudicación ha derivado en una ola de acusaciones de corrupción contra el Gobierno y el recurso a las instancias judiciales. Un pulso detrás del que laten enormes intereses: la nueva red supone el principio del fin de la aplastante preeminencia de grandes operadores como el magnate Carlos Slim.
Un punto clave del concurso es que trata de blindar la futura red de la influencia de los prestadores de servicio de telecomunicaciones, de forma que sea netamente mayorista. Con este objetivo, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) revisó la composición de los dos consorcios rivales. En el caso de Rivada alertó de la fuerte presencia accionarial de EchoStar, una compañía estadounidense que opera satélites de comunicación y que tiene participación en la televisión satelital Dish, que ha trabajado con Slim. El IFT sostuvo que debía rebajarse el peso de EchoStar en el consorcio y limitar su poder de decisión.
El proyecto ganador ofrece una cobertura del 92,2% al séptimo año (la actual es del 50%). La inversión estimada para ese periodo ronda los 4.000 millones de dólares, y puede llegar a 8.000 millones en 20 años. “En un lustro, la cobertura poblacional de la Red Compartida alcanzá al doble de mexicanos que el promedio de las redes 4G actuales, es decir, a 40 millones más que ahora”, señala la Secretaría de Comunicaciones. Junto a este dato, los expertos oficiales destacan que el precio por megabyte podría ser hasta un 50% menor al que ofrece ahora la red mayorista, en manos de grandes operadores privados como Carlos Slim. Un cambio profundo de las reglas de juego.
Vía EL País