En el marco del Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, me parece muy oportuno retomar que la reforma con mayor impacto en el país y cuyos resultados han sido más tangibles para la ciudadanía ha sido precisamente la de telecomunicaciones. Desafortunadamente, es más común escuchar sobre una baja en la confianza de los inversionistas, al análisis concienzudo de la Inversión Extranjera Directa, que tan sólo para el periodo del 2016 al 2018 espera en telecomunicaciones 13,000 millones de dólares, adicionales a los 4,000 millones de dólares que invirtió AT&T en el 2015, con las adquisiciones de Iusacell y Nextel.
El papel que desempeñan las tecnologías de la información y de la comunicación es esencial, ya que tienen impactos directos en todos los aspectos de nuestras vidas: la relación del gobierno con la sociedad, los servicios educativos y de salud, el tráfico comercial de mercancías, las empresas y el resto de los sectores productivos dependen esencialmente de la información y de las comunicaciones. La rapidez con la que suceden los cambios tecnológicos permite que los países puedan alcanzar niveles más elevados de desarrollo y también de competitividad.
Y es justamente por ello que es imprescindible que el Estado mexicano incida fuertemente para mejorar los indicadores y que esto se refleje en más y mejores servicios para los ciudadanos. Repasando algunos números, encontramos que en México, por cada 100 habitantes existen 18 suscripciones de telefonía fija, cuando el promedio de los países miembros de la OCDE es de 37, mucho más del doble; Francia, Corea del Sur y Alemania tienen más de 60 habitantes con teléfonos fijos por cada 100. Los países de la OCDE tienen en promedio 121 teléfonos celulares por cada 100 habitantes; México ocupa el penúltimo lugar, con 82. Y en acceso a Internet, ocupamos el último lugar de la tabla, con 44 usuarios con acceso por cada 100 habitantes; países como Dinamarca, Luxemburgo, Finlandia y Holanda superan 90 por ciento.
Pero a pesar de que falta mucho por hacer, también hay que reconocer que a partir de la reforma constitucional este sector es el más dinámico; mientras que la economía en su conjunto crece a 2.5%, los productos y servicios de telecomunicaciones crecieron 21 por ciento. Y en prácticamente todos los rubros México registra las tasas de crecimiento más altas, por ejemplo, en banda ancha crecimos más de 100%, en sólo tres años.
Ahora, ¿qué falta por hacer? Lo que falta es generar más infraestructura de telecomunicaciones en México y éste es un rezago acumulado de décadas. Solamente que generar infraestructura en este país es particularmente difícil y excesivamente caro: los costos asociados con la obra civil, es decir, con la liberación de los derechos de vía para construir una torre, la renta de un espacio para colocar una antena, los permisos municipales para construcción o el aprovechamiento de una carretera o de un poste son sumamente altos, pues representan casi 80% de los costos totales en la instalación de una red.
De ahí que el siguiente paso sea obligadamente hacer un gran esfuerzo de homologación normativa, de eficiencia en los trámites y de generación de tabuladores de arrendamiento de espacios más acorde con el mercado inmobiliario, en los tres órdenes de gobierno. Se requiere un gran sentido de coordinación interinstitucional y una implementación de cirugía para que se genere el cambio que todos esperamos. De muy buena fuente, sé que hay voluntad y avances significativos, pero como ciudadanos necesitamos ver y sentir para creer y confiar, y siempre, siempre hay prisa.
vía El Economista