Por: Redacción
Según expertos, el uso desmedido de esta aplicación puede potenciar los deseos de control de algunas personas de manera desbordante.
El reto ante la vida moderna y el uso de los dispositivos es disminuir la dependencia y no dejar que el celular sea el que controle nuestra vida.” Andrea Caballero coach especialista en Gestión del Tiempo
El grupo de WhatsApp del trabajo, el de la familia, los amigos, compañeros de la oficina, el de la escuela de los hijos, el de las mamás de los compañeros de las actividades extraescolares y todos los que se sumen a la lista pueden derivar en una carga excesiva de estrés, coincidieron expertos en sicología, relaciones personales y coaching laboral.
Si bien el uso de esta herramienta facilita el contacto directo con las personas, la espera de respuestas de manera casi automática genera estrés tanto para quien manda el mensaje, como para quien lo recibe.
“Dejar una hora el celular en la bolsa es sinónimo de que cuando lo revise tenga mensajes desde mi mamá, el jefe, de la escuela de mis hijos, el esposo y encima comienzan a llamarme porque no les doy respuesta”, dice Gloria Martínez, ejecutiva de una empresa transnacional.
La sicóloga Karina Badillo opina que el WhatsApp brinda información muy interactiva y útil, pero también puede potenciar los deseos de control de algunas personas de manera desbordante.
“La aplicación nos da información en directo y nos puede satisfacer nuestra curiosidad, pero también puede exacerbar nuestras ansias por saber”, explicó.
Explicó que al hablar de mensajería instantánea a veces hace suponer que el otro responderá inmediatamente a lo que contamos o preguntamos, por lo que si la necesidad o el deseo de recibir una respuesta o un comentario es muy grande, el WhatsApp puede convertirse en una fuente de preocupación y agobio.
Lo anterior lo confirmó un estudio realizado por la Universidad de Kent State de Ohio, publicado en la revista Computers in Human Behavior, donde concluyó que el uso de este tipo de chats en los dispositivos móviles puede traer consigo bajos niveles de satisfacción y ansiedad.
Los expertos siguieron la actividad diaria que tenían 500 estudiantes con sus celulares, sobre todo en aplicaciones como Twitter y WhatsApp y esos datos fueron comparados con los niveles de satisfacción y ansiedad que estos individuos sentían, y con las notas académicas que habían obtenido tanto en cursos pasados como en el actual.
Así fue como constataron que “el uso constante de un teléfono inteligente y de sus servicios de mensajería influyen de forma negativa en los estudiantes. La constante fue la siguiente: Quienes usaban estas aplicaciones con más frecuencia tenían más ansiedad, poca satisfacción y notas más bajas, a diferencia de quienes usaban menos su celular”.
Recuperar el control
Para la coach especialista en Gestión del Tiempo, Andrea Caballero, el reto ante la vida moderna y el uso de los dispositivos es disminuir la dependencia y no dejar que el celular sea el que controle nuestra vida.
De acuerdo con un estudio de IDC Research, cuatro de cada cinco usuarios de móvil consultan sus dispositivos dentro de los 15 minutos siguientes a haberse despertado.
El Trends In Consumer Mobility Report de Bank Of America destaca que 70 por ciento de los usuarios de móvil duerme con el dispositivo a menos de un metro de distancia y según Arbitrion and Edison Research, 90 por ciento de los usuarios tiene su smartphone siempre o la mayoría del tiempo al alcance de la mano.
De hecho, lo consulta unas 150 veces al día de media, interactúan con él durante las comidas en 37 por ciento de los casos e, incluso, acompaña a uno de cada tres usuarios en sus visitas al baño.
Andrea Caballero destacó que existen aplicaciones que ayudan a controlar su uso, lo que además permite aumentar la productividad de las personas al tenerlos concentrados en sus actividades antes de navegar en redes sociales, por ejemplo, y sobre todo, comenzar a recuperar las relaciones personales de manera presencial y no sólo virtual.
Vía: Excelsior